En 1929 Virginia Woolf publicaba un trabajo de título deliberadamente ambiguo: Women and Fiction. En él expresaba una idea colectiva, un dilema clásico: ¿qué es más importante, la mujer que escribe o lo que se escribe sobre las mujeres?
Esta pregunta se podría reconducir a la pintura, ya que, dentro de la tradición occidental, la mujer es, supuestamente, más pintada que pintora.
Desde Ediciones Cátedra hemos hecho una selección de títulos para destacar el papel de la mujer en el arte como artista y como protagonista.
La cabellera femenina: un diálogo entre poesía y pintura, de la historiadora Erika Bornay, propone un bello retrato de las narrativas plásticas y poéticas sobre la cabellera femenina. Un libro que nos introduce en las diversas modalidades del arte de seducción femenina y el lenguaje estético de los artistas, mostrando su transformación y significado cambiantes.
Según la Biblia hebrea, Lilith fue la primera mujer que Dios quiso darle como compañera a Adán, y la hizo, a semejanza de él, del polvo de la tierra. Y Lilith, viéndose su igual, se rebeló un día ante sus constantes exigencias y lo abandonó. Huyó a los espacios y tuvo amores con diversos demonios: fue la primera mujer liberada de la historia de la humanidad. Fue la primera "femme fatale".
En Las hijas de Lilith se analizan las causas por las que en el último tercio del siglo XIX surgieron del pincel de tantos artistas imágenes femeninas no solo desagradables, sino incluso infames. ¿Cuáles fueron las razones del surgimiento de aquel relato visual que complacía a los hombres y desagradaba a las mujeres?
Con el estallido de la Guerra Civil española, Latinoamérica se convirtió en el principal refugio de los exiliados que huían del horror que asolaba el país. Entre ellos se hallaban las artistas republicanas españolas y sobre ellas versa el libro Las artistas del exilio republicano español.
En sus páginas encontramos creadoras como Maruja Mallo, Remedios Varo, Roser Bru o Marta Palau, junto a otras como Elvira Gascón, Manuela Ballester, Victorina Durán o Mary Martín.
Aunque compartieron la misma causa política, estas artistas tuvieron trayectorias muy diversas que conformaron diferentes maneras de ver el exilio, la familia, el arte y, en definitiva, la vida.
En los museos no hay demasiadas obras firmadas por mujeres. Tenían que conformarse con el papel de musas, pues el de artista se consideraba un oficio casi exclusivamente masculino.
La mujer y la pintura del XIX español, de Estrella de Diego, es un estudio sobre la mujer del siglo XIX y sobre su papel en la pintura de ese periodo como sujeto representado, pero también como sujeto activo en su papel.
En el libro se analizan varios casos como el lienzo Susana y los viejos, de 1610, que se atribuía a Orazio Gentisleschi, pero que las últimas investigaciones parecen probar que se trata de una obra de su hija Artemisia.
Mujeres de la Biblia en la pintura del Barroco, de Erika Bornay, tiene como propósito analizar ciertos aspectos de una iconografía femenina cuya interpretación en profundidad ha sido desatendida por los historiadores. Igualmente, se propone tantear las razones de este desinterés, plantear sugerencias y desarrollar nociones de interpretación que impliquen una respuesta más profunda sobre un repertorio de imágenes que sorprenden por su ambigüedad.
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