El próximo 2 de febrero se conmemora el centenario de la publicación del Ulises, de James Joyce, considerada la novela más importante jamás escrita en lengua inglesa y una de las más influyentes de la literatura universal.
En este centenario Ediciones Cátedra pone de nuevo a disposición de los lectores la edición de Ulises en traducción de Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas Lagüens, e incorpora al catálogo de Letras Universales la edición de Retrato del joven artista, con traducción de Damià Alou, que propone un nuevo título para A Portrait of the Artist as a Young Man.
Nadie como James Joyce (1882-1941) representa en la narrativa del pasado siglo la incansable búsqueda por la renovación del lenguaje de la literatura moderna. Solo a través de su concepción de la palabra como escultora del mundo y del profundo impacto de su obra literaria – siempre en conversación con las de otros grandes escritores de su tiempo, como Marcel Proust, Ezra Pound o T.S. Elliot –, puede entenderse la transformación general de la literatura euroamericana que llevarían a cabo las generaciones siguientes.
A comienzos de los años veinte, cuando Ulises comenzó a ser publicada en la revista norteamericana Little Review, publicación que fue interrumpida en el episodio XIII por orden gubernamental, James Joyce engrosaba el elenco de celebridades que pululaban por París. El escritor proscrito, que ya había alcanzado cierta notoriedad por Dublineses y Retrato del joven artista, no era, pues, un oscuro desconocido al que simplemente se le había ocurrido escribir unas cuantas obscenidades.
La fama de Ulises la debe, en gran parte, a razones que a veces poco tienen que ver con la novela, emparentadas con nuestro tiempo y nuestra cultura. Indescifrable, insulto al lector medio, soez, escabrosa, vulgar, para unos, penetrante, innovadora, la mayor creatividad verbal después de Shakespeare, descubridora del hombre moderno, para otros. Críticos favorables como Valéry Larbaud, Ezra Pound o T. S. Eliot, y menos favorables como Bernard Shaw, Gertrude Stein o Virginia Woolf, contribuyeron a que una novela enrevesada alcanzara la popularidad a pesar de que era, y probablemente siga siendo, lectura que muchos no se atreven a completar.
El joven artista
Retrato del joven artista es la primera novela de Joyce. Publicada en Estados Unidos en 1916, su aparición supuso una clara ruptura con los modelos dominantes en la narrativa de su tiempo, así como un anuncio contundente del ambicioso proyecto literario que su autor había iniciado dos años antes con los relatos de Dublineses y que culminaría con el Ulises en 1922.
La novela nos presenta el trayecto vital de Stephen Dedalus, artista en formación y trasunto de Joyce, por una Irlanda retratada viva y crudamente a modo de reflejo poliédrico y contradictorio de la modernidad.
A los veintiún años Joyce había descubierto que podía convertirse en un artista escribiendo acerca del proceso de creación artística. En el Retrato indaga en cómo el lenguaje recibido forma a un artista. Joyce estaba fascinado con las palabras y para él eran algo casi mágico. Algo que él acabará preñando de nuevos significados.
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