Middlemarch
El desdén por la capacidad artística e intelectual de las mujeres llevó a Mary Ann Evans a firmar sus escritos con el pseudónimo de George Eliot. Con una acentuada vocación intelectual y una inmensa capacidad de lectura en varias lenguas clásicas y modernas, evitó las salidas tradicionales para la mujer culta que tenía que ganarse la vida (ser profesora o institutriz) y se trasladó a Londres donde llegó a ser subdirectora de una revista, de hecho directora en funciones, desarrollando una amplísima labor intelectual en artículos y reseñas que aparecían de forma anónima.