Ibsen se inspiró en una historia real para el argumento de Casa de muñecas. El personaje de Nora está basado en la escritora noruega Laura Peterson, amiga del dramaturgo.
El marido de Laura, Víctor Kieler, enfermó de tuberculosis y los médicos le prescribieron un viaje al sur, para que intentara curarse en un clima más benigno. Por el delicado estado de salud de su marido, Laura cargó con la responsabilidad de conseguir el dinero, pidiendo un préstamo a espaldas de este para conseguirlo. Viajaron a Italia y Kieler se recuperó, pero a la vuelta, al no poder afrontar el pago del préstamo, Laura falsificó un cheque para intentar engañar al Banco. Esto provocó un fuerte escándalo y Kieler, en vez de tratar de ayudarla, repudió a su esposa, quitándole la custodia de sus hijos. Laura sufrió una crisis de ansiedad y fue ingresada durante un mes en una institución psiquiátrica. Sin embargo, a diferencia de Nora, finalmente acabó volviendo a casa.
Cuando se estrenó Casa de muñecas la gente reconocía la historia de Laura Peterson y la identificaba con Nora, lo que siguió aumentando el escándalo y causando problemas, hasta el punto de que un crítico malintencionado puso en duda que el préstamo fuera para curar a su marido, sino que afirmó que se lo había gastado en caprichos.
Laura pidió encarecidamente a Ibsen que intercediera por ella y desmintiera públicamente este punto, pero el dramaturgo, acostumbrado a encontrar personajes de ficción entre sus conocidos, contestó que no podría hacerlo, ya que Nora no era Laura, por lo que no había nada que desmentir.
Como vemos, la realidad, una vez más, supera a la ficción.
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