Ahora que el verano ha comenzado y el mes de agosto está a la vuelta de la esquina, desde Ediciones Cátedra os queremos recomendar una serie de libros para que podáis disfrutar de los mejores clásicos este verano.
¡Felices vacaciones!
Veinte mil leguas de viaje submarino es una gran narración poética, furibunda, impregnada de tintes románticos y descripciones sublimes, presidida por el mar y por uno de los mejores personajes de Jules Verne, el capitán Nemo, y su legendaria máquina, el submarino Nautilus. Verne ha inspirado a lectores y escritores de todo el mundo. Turguéniev, Tolstoi, Bradbury, Rimbaud, Perec o Le Clézio son solo algunos de los que lo han leído con pasión.
Jane Austen nos cuenta en Emma la historia de una joven -hija soltera del rico y distinguido señor Woodhouse- que pierde la compañía de su antigua institutriz y toma bajo su tutela a la humilde Harriet Smith. Su extracción modesta y su simpleza, además de su hermosura, hacen de ella una candidata perfecta para que Emma pueda entregarse a su ocupación favorita: arreglar la vida de los demás. Sus afanes para que Harriet haga un matrimonio ventajoso y su personalidad manipuladora sufrirán, sin embargo, distintos reveses antes de que la situación alcance un final inesperado y feliz.
Robert Louis Stevenson es un escritor vinculado como pocos a la ficción de aventuras, género tan controvertido en el que, por encima de cualquier otro título, destaca sin duda La isla del tesoro, un relato iniciático e itinerante, en el que el protagonista y a la vez narrador debe enfrentarse a cada paso a una elección expeditiva y vital, que marcará el resto de su existencia. Pero también es una forma de encontrarse consigo mismo, un viaje introspectivo y hacia su propia madurez. Algo especial debe de tener este libro que más de un siglo después de escrito sigue encandilando a sus lectores de todo el mundo.
Con el telón de fondo de la Historia, Las bicicletas son para el verano presenta y representa la vida de un grupo de personas en el contexto de la guerra civil española. Su pretensión no es la de construir una tragedia o un drama desde el punto de vista de la épica, sino contar una historia sencilla y cotidiana, donde "las situaciones límite no lo parezcan". El dramaturgo pone ante nuestros ojos las repercusiones de la guerra en un microcosmos integrado por seres frágiles, indefensos, dueños tan sólo de un destino incierto.
El triunfo es la crónica de “unos mundos en desaparición”. Su autor, Francisco Casavella, trazó el plano de acción de sus narraciones en Barcelona. Un entorno que conocía, unas historias que contadas una y mil veces había oído, la música de la rumba catalana que, por darle, le dio hasta el título, y un trasfondo real del presente de una ciudad (y un barrio) en transformación: la llegada masiva de los inmigrantes africanos y árabes, las excavadoras que ejecutan la demolición de manzanas enteras y las reyertas entre clanes por el control de la droga.
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